El Dios de las Pequeñas Cosas
"En el abandonado jardin ornamental, observada por gnomos indolentes y un querubín abandonado, Rahel se arrodilló junto al estanque de inmóviles aguas y observó cómo saltaban los sapos de una piedra cubierta de verdín a otra. Preciosos Sapos Feos.
Pegajosos. Verrugosos. Croadores.
Sapos que llevaban a príncipes vehementes a los que nadie besó atrapados en su interior. Comida para las víboras que merodeaban por entre la hierba alta de junio. Un susurro. Una arremetida. Y ya no había sapo que saltase de una piedra cubierta de verdína otra. Ya no había príncipe que besar. "
Fragmento de El Dios de las Pequeñas Cosas de Arundhati Roy.