14 diciembre 2009

Bukavu: destruyendo las fronteras del miedo


mi hermana en Congo....

Bukavu podría ser Macondo; o cualquier otro lugar inventado donde los límites entre lo real y lo imaginado se desdibujan como la línea del horizonte bajo la blanca luz del trópico. En esta ciudad del Congo oriental conviven la desesperanza y la ingenuidad del que espera un mañana mejor, el desaliento tras lustros de guerra y la rebeldía de la resiliencia.

Desde Bukavu, texto y fotografía: Elisa García

Sus colinas se inclinan hasta hundir sus pies en el Lago Kivu, un lago lleno de historias, y el visitante no puede ni siquiera osar a imaginar todos los horrores que los habitantes de tan preciosas tierras han tenido que padecer y observar como testigos mudos. Han tenido que padecer, padecen y, lamentablemente, padecerán.

El miedo, la situación de crisis humanitaria, la impunidad de los crímenes, la corrupción omnipresente, la miseria de la mayor parte de la población y la falta de derechos de mujeres y de niños marcan la vida diaria de miles de personas en Sud Kivu, una de las provincias orientales de la gigantesca y caótica República Democrática del Congo.

En medio de la polvareda y de la sorpresa una va empezando a entender algunas de las extrañas cosas que ocurren en este país, tan fascinante y desquiciante, tan vivo y tan desesperanzado. Es interesante ver y vivir cómo una sociedad civil con tan poco espacio se llena de fuerzas para tejer redes y reivindicar mejoras; cómo las mujeres se organizan para luchar por un cambio en uno de los peores lugares de la tierra para ser mujer; y cómo existe, de alguna manera, una conciencia de lucha por la justicia, palabra que en el diccionario de la República Democrática del Congo, ha quedado vacía de significado.

Una de estas iniciativas es la de la Association de Femmes des Médias (la asociación de mujeres de los medios de la provincia), una asociación profesional creada por las mujeres periodistas de Sud Kivu con el fin de promover la formación de las mujeres de los medios y la lucha por los derechos de las mujeres en los territorios de su provincia. La lucha de AFEM-SK se ha centrado en los últimos años en los crímenes perpetrados contra mujeres y más en concreto en la violencia sexual contra mujeres, que ha golpeado a las habitantes de Sud Kivu con una virulencia sin precedentes y se erige como uno de los principales obstáculos para el bienestar de la mujer y su participación en los procesos de construcción de paz en su país.

Las periodistas de AFEM-SK, colaboradoras de LolaMora en la campaña "Desafiando el silencio: medios contra la violencia sexual", están seguras de la responsabilidad que tienen como profesionales de los medios frente a otras mujeres: "Tenemos que darle nuestra voz a todas las mujeres que están en el campo, que no conocen sus derechos, que no tienen espacio en los medios". Por eso trabajan con los medios que tienen y en condiciones muy duras, en ocasiones con mucho peligro para sus vidas. Usan la radio para recoger testimonios de víctimas y para orientar; crean plataformas de denuncia e invaden espacios públicos, hasta entonces vetados para ellas, para hacer preguntas tan impertinentes como oportunas; y crean redes para fomentar el intercambio y el apoyo de y con organizaciones de la misma naturaleza.

Trabajar con ellas es una lección de vida; el día a día con ellas es destruir las fronteras del miedo, es pensar de manera creativa para encontrar los espacios de denuncia, es concebir los medios como herramientas para luchar por una justicia si no inalcanzable, es pensar en la comunidad y en el cambio antes que en el beneficio personal. Estos son sólo algunos los componentes de la vorágine de emociones que arrancan a una de las certezas y la llevan en volandas hasta las preguntas y los retos, hasta la mirada complejizada de aquel que ha visto algo radicalmente distinto a las vistas que se podían lograr en lo alto de la encina que había en el jardín de la infancia.

04 diciembre 2009

El alquimista

"Entonces fue como si el tiempo se parase y el Alma del Mundo surgiese con toda su fuerza ante él. Cuando vio sus ojos negros, sus labios indecisos entre una sonrisa y el silencio, entendió la parte más importante y más sabia del Lenguaje que todo el mundo hablaba y que todas las personas de la tierra eran capaces de entender en sus corazones. Y esto se llamaba Amor, algo más antiguo que los hombres y que el propio desierto, y que sin embargo resurgía siempre con la misma fuerza dondequiera que dos pares de ojos se cruzaran como se cruzaron los de ellos delante del pozo. Los labios finalmente decidieron ofrecer una sonrisa, y aquello era una señal, la señal que él esperó sin saberlo durante tanto tiempo en su vida, que había buscado en las ovejas y en los libros, en los cristales y en el silencio del desierto.

Allí estaba el puro lenguaje del mundo, sin explicaciones, porque el Universo no necesitaba explicaciones para continuar su camino en el espacio sin fin. Todo lo que el muchacho entendía en ese momento era que estaba delante de la mujer de su vida, y sin ninguna necesidad de palabras, ella debía de saberlo también. Estaba más seguro de esto que de cualquier cosa en el mundo, aunque sus padres, y los padres de sus padres, dijeran que era necesario salir, simpatizar, prometerse, conocer bien a la persona y tener dinero antes de casarse.

Los que decían esto quizá jamás hubiesen conocido el Lenguaje Universal, porque cuando nos sumergimos en él es fácil entender que siempre existe en el mundo una persona que espera a otra, ya sea en medio del desierto o en medio de una gran ciudad. Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado y todo el futuro pierde su importancia por completo, y sólo existe aquel momento y aquella certeza increíble de que todas las cosas bajo el sol fueron escritas por la misma Mano. La Mano que despierta el Amor, y que hizo un alma gemela para cada persona que trabaja, descansa y busca tesoros bajo el sol.

Porque sin esto no habría ningún sentido para los sueños de la raza humana."

Paulo Coelho